Planear la escapada: Reservar para la isla de Ons

Desde hacía semanas, Laura soñaba con desconectar del ruido y la rutina. Su mente viajaba a un lugar tranquilo, rodeado de naturaleza, mar y silencio. Fue entonces cuando alguien le habló de la Isla de Ons, una joya del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia. No tardó en decidirlo: quería pasar unos días allí, caminando por senderos de eucaliptos, bañándose en playas de aguas cristalinas y escuchando el viento entre los acantilados. Solo había un paso previo: hacer la reserva.

Reservar para la Isla de Ons no es como comprar un billete de tren o un alojamiento cualquiera. Al formar parte de un entorno protegido, el acceso está regulado y es necesario gestionar un permiso previo de la Xunta de Galicia. Laura lo descubrió al buscar los barcos que salen desde Bueu, Sanxenxo o Portonovo. Antes de comprar su pasaje, debía solicitar una autorización online. El sistema era sencillo, pero debía estar atenta a las fechas: el cupo diario de visitantes es limitado, sobre todo en verano.

Con algo de antelación, Laura entró al portal oficial, eligió el día de su viaje y completó sus datos. En pocos minutos, recibió el código de autorización en su correo. Solo entonces pudo proceder a reservar el barco con una de las navieras autorizadas. Escogió una salida desde Bueu a primera hora de la mañana y el regreso por la tarde, para aprovechar el día al máximo. También valoró la opción de pasar una noche en el camping de la isla, otra experiencia que exigía reserva previa, pero finalmente optó por la excursión de un solo día.

Con la reserva lista y todo en orden, Laura empezó a preparar su mochila: protector solar, calzado cómodo, una toalla, agua y muchas ganas de explorar. Sabía que no encontraría chiringuitos ni tiendas de souvenirs, pero eso era precisamente lo que buscaba: un entorno natural, casi intacto, donde el ritmo lo marca el mar y los pasos.

La emoción creció a medida que se acercaba el día. Para Laura, para hacer la isla de ons reserva no era solo un trámite: era el primer paso hacia una escapada diferente, donde la belleza y la calma del Atlántico gallego le darían, por fin, un merecido respiro.